¿Qué es lo que tiene de especial el post-humanismo?
El Director de la Universidad católica de Valparaíso, Vásquez Rocca, analiza de manera lúcida una conferencia sobre el posthumanismo, que el filósofo alemán Peter Sloterdijk dictó en la Universidad de Andalucía en mayo de 2003.
Aquí van unos fragmentos del informe:
¿Qué es lo que nos altera y nos provoca cuando hablamos de la posibilidad de una civilización post-humana? ¿Por qué se da por "hecho" que el pensamiento tiene que ser humanista? ¿En qué contexto histórico se estableció que hablar de lo humano suponía situar al hombre en el centro? ¿Qué había antes de esas improbabilidades fijadas como "hechos" que ha promovido el humanismo: por ejemplo, concebir al hombre como un animal racional, como "una animalitas aderezada de aditivos espirituales"? ¿Y qué puede haber después?
La experiencia humanista, presupone la distinción entre el estado de la vigilia (verdadero y compartido por todos) y el estado del sueño (falso y privado). Pero en el mundo post-humano no está tan clara la frontera entre ambos estados y, por ejemplo, en el ciberespacio, la vigilia se puebla de androides ante los cuales ya no se puede saber a simple vista si son hombres verdaderos o replicantes (cuestionando la singularidad de lo humano).
El humanismo, (cuyo principal objetivo es la domesticación racional del sujeto-hombre y la expansión de su poder sobre todos los objetos) debe entenderse como un periodo del pensamiento occidental que se sitúa entre un pasado pre-humanista y un presente/fututo post-humanista. En este sentido, el autor de "Crítica de la razón cínica", enlaza la estructura pre-humanista del pensamiento teológico con el proyecto post-humanista ya que representan planteamientos discursivos que, a diferencia del humanismo, no parten de una rígida distinción entre sujetos y objetos, ni definen exclusivamente la estancia del hombre en el mundo desde una perspectiva biológica y cultural.
En conexión con estas estructuras de pensamiento pre-humanistas, el post-humanismo se constituye como una respuesta filosófica a un mundo donde cada vez es más difícil distinguir entre lo natural y lo artificial (si acaso aún fuera necesario hacer dicha distinción) y en el que el eje escritura/lectura que articulaba la cultura humanista, pierde protagonismo ante la emergencia de nuevos medios de expresión y comunicación.
Frente al miedo a que las máquinas terminen sustituyendo a los humanos, el post-humanismo recupera la actitud xenolátrica y se plantea la necesidad de desarrollar un pensamiento ecológico (en su sentido más amplio) que tenga en cuenta no sólo el entorno natural sino también el tecnológico (e incorpore, entre otras cosas, los derechos cívicos de las máquinas).
El vertiginoso desarrollo tecnológico que se ha producido en el último siglo, deja al humanismo sin respuestas adecuadas ante la aparición de máquinas (entidades sin almas) cada vez más poderosas y parecidas a los hombres (y no sólo por sus envolturas antropomórficas).
Sloterdijk abogó en la conclusión de su conferencia por una especie de poligamia entre hombre y tecnología, afirmando que "tenemos que casarnos con las máquinas con las que compartimos nuestras vidas".
mery
eltoquemactas@gmail.com
El Director de la Universidad católica de Valparaíso, Vásquez Rocca, analiza de manera lúcida una conferencia sobre el posthumanismo, que el filósofo alemán Peter Sloterdijk dictó en la Universidad de Andalucía en mayo de 2003.
Aquí van unos fragmentos del informe:
¿Qué es lo que nos altera y nos provoca cuando hablamos de la posibilidad de una civilización post-humana? ¿Por qué se da por "hecho" que el pensamiento tiene que ser humanista? ¿En qué contexto histórico se estableció que hablar de lo humano suponía situar al hombre en el centro? ¿Qué había antes de esas improbabilidades fijadas como "hechos" que ha promovido el humanismo: por ejemplo, concebir al hombre como un animal racional, como "una animalitas aderezada de aditivos espirituales"? ¿Y qué puede haber después?
La experiencia humanista, presupone la distinción entre el estado de la vigilia (verdadero y compartido por todos) y el estado del sueño (falso y privado). Pero en el mundo post-humano no está tan clara la frontera entre ambos estados y, por ejemplo, en el ciberespacio, la vigilia se puebla de androides ante los cuales ya no se puede saber a simple vista si son hombres verdaderos o replicantes (cuestionando la singularidad de lo humano).
El humanismo, (cuyo principal objetivo es la domesticación racional del sujeto-hombre y la expansión de su poder sobre todos los objetos) debe entenderse como un periodo del pensamiento occidental que se sitúa entre un pasado pre-humanista y un presente/fututo post-humanista. En este sentido, el autor de "Crítica de la razón cínica", enlaza la estructura pre-humanista del pensamiento teológico con el proyecto post-humanista ya que representan planteamientos discursivos que, a diferencia del humanismo, no parten de una rígida distinción entre sujetos y objetos, ni definen exclusivamente la estancia del hombre en el mundo desde una perspectiva biológica y cultural.
En conexión con estas estructuras de pensamiento pre-humanistas, el post-humanismo se constituye como una respuesta filosófica a un mundo donde cada vez es más difícil distinguir entre lo natural y lo artificial (si acaso aún fuera necesario hacer dicha distinción) y en el que el eje escritura/lectura que articulaba la cultura humanista, pierde protagonismo ante la emergencia de nuevos medios de expresión y comunicación.
Frente al miedo a que las máquinas terminen sustituyendo a los humanos, el post-humanismo recupera la actitud xenolátrica y se plantea la necesidad de desarrollar un pensamiento ecológico (en su sentido más amplio) que tenga en cuenta no sólo el entorno natural sino también el tecnológico (e incorpore, entre otras cosas, los derechos cívicos de las máquinas).
El vertiginoso desarrollo tecnológico que se ha producido en el último siglo, deja al humanismo sin respuestas adecuadas ante la aparición de máquinas (entidades sin almas) cada vez más poderosas y parecidas a los hombres (y no sólo por sus envolturas antropomórficas).
Sloterdijk abogó en la conclusión de su conferencia por una especie de poligamia entre hombre y tecnología, afirmando que "tenemos que casarnos con las máquinas con las que compartimos nuestras vidas".
mery
eltoquemactas@gmail.com
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