. En el prólogo que Gabriel García Márquez escribe para la edición de los cuentos de Hemingway (Sudamericana), hace maravillas con la prosa y con la inteligencia. Dice que Ernst no fue capaz de reconocer sus límites, que estaban en el cuento, donde el genio se acomodaba bien, y pasó con imperfección a la novela. Borges, otro que tal, sí supo cuáles eran los límites, y los respetó. Faulkner, torrencial, caliente, fue otra cosa, cuenta García Márquez, pero los dos resultaron maestros para él . William Faulkner en la escritura como arte. Hemingwy en la ciencia de escribir. Extraordinario.
.Horrible espectáculo el de los “técnicos” y jugadores de fútbol cuando revolean genitales, hacen cuernitos, mean un sector de la cancha y se ponen siempre la misma camisa y el mismo calzoncillo, en homenaje a las cábalas.
Admirables tantas veces en el juego, no dejan de ser patéticos perturbados mentales.
Mario.

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