
Las hormiguitas tan chiquititas… no serán una metáfora de la argentinidad?
Hace un tiempo que este tema me estaba dando vueltas. Resulta que de todas las hormigas invasoras conocidas, la hormiga argentina, Linepithema humile (antes Iridomyrmex humilis) es, sin duda, la más exitosa y dañina, afectando en grado sumo a los ecosistemas invadidos. Parece que las pequeñuelas nacieron en la Mesopotamia y el norte de Buenos Aires, a través del comercio llegaron a Brasil, Paraguay y Uruguay, y hoy son una de las peores especies exóticas invasoras en los cinco continentes. Las primeras noticias de su difusión llegaron hacia 1890; luego fueron detectadas en Portugal, Valencia y después en Cataluña. En 1925, en Estados Unidos se informó que habían llegado vía el puerto de Nueva Orleáns y se expandían. Ahora, Estados Unidos es el país que tiene más zonas afectadas (je).
Las hormigas compatriotas están sólidamente implantadas en España, Portugal, Francia, Italia, Japón, Nueva Zelanda y Australia. Ya se ha detectado su presencia en Gran Bretaña y Alemania. Son millones de hormigueros y billones de individuos que continúan difundiéndose. "La situación es seria porque aumentará su expansión con los cambios climáticos y hasta ahora no se halló remedio a su enorme avance", explica el profesor Crisanto Gómez, autor de un estudio sobre el tema publicado por la Royal Society of London. Se indica que tienen el potencial de expandirse a zonas adonde no han llegado aún en Africa y Asia, favorecidas por los cambios climáticos, y podrían alterar la biodiversidad a nivel global.
O sea, casi como nosotros. Argentinos, buenos y malos, podemos encontrar en los cinco continentes, y si te descuidás, nos van a encontrar en ese planeta nuevo que descubrieron hace poco. Nos desparramamos como las hormigas, afectamos cada lugar que pisamos, ya nada es lo mismo luego de nuestra llegada. O los dejamos atónitos con nuestras variadas destrezas, o los volvemos locos con nuestras iniquidades casi infinitas.Pero volvamos a las hormiguitas. Una característica de la variedad argentina, que fascina a los científicos y asegura su expansión, es que en zonas lejanas ha producido cambios genéticos que alteran su conducta normal: desplazan por completo a las especies locales. En Europa se extienden sobre 6.000 kilómetros, en la costa del Mediterráneo y el Atlántico. La razón de su éxito se debería a que los hormigueros dejaron de lado sus diferencias para crear la unidad cooperativa más grande jamás descubierta. Sorprendente: la colonia europea representa la mayor unidad de organismos cooperando descubierta en la historia. Un estudio de la Universidad de Girona, estableció que su sistema de vida cooperativo no admite peleas internas, son feroces con las hormigas rivales y otras especies. Las hormigas compiten, luchan por el control del alimento y la zona. Pero en el exterior, las nuestras se agrupan en supercolonias que colaboran entre sí, se concentran en la reproducción, desplazan con una inmensa cantidad de individuos a otras especies y las hacen desaparecer. La colaboración entre las hormigas argentinas, una clave de su éxito, quedó demostrada cuando los científicos "mezclaron" hormigas argentinas del norte de Italia con otras del sur de España. Se reconocieron como hermanas. Todo un fenómeno. Que de más está decir, se reproduce entre nosotros, humanos: aquí en nuestro propio hábitat, somos incapaces de juntarnos para nada que no sea un asado, no nos ponemos de acuerdo ni siquiera cuando el agua nos llega al cuello. ¿Y si nos tomáramos el buque en patota como ellas? A lo mejor nos sienta el cambio de aire y empezamos a entender que la única manera posible está en la cooperación de todas las partes.
Ahora bien, como no hay peor astilla que la del mismo palo, un equipo de investigadores de la Universidad de Quilmes desarrolló un método de control biológico, que se basa en la selección, cría y exportación de una mosca parasitoide, la mosca decapitadora, que pone un huevo del que se desarrolla una larva que se alimenta de los órganos de la hormiga, migra hacia su cabeza y, al comerse el tejido cerebral, hace que ésta pierda la cabeza. Esto produce una reacción de terror entre las hormigas: cuando salen a buscar alimentos y ven a las moscas, entran en pánico y dejan de alimentarse, lo que las hace llevar menos alimento y así reducir la cantidad de individuos.
Una incógnita me altera ¿nosotros, humanos argentinos, no tendremos también alguna mosca parasitoide que nos come el cerebro?...
Fuentes varias: Conicet, Univ. de Quilmes, Royal Society of London, Univ. de Girona, Lausanne, San Diego.
(http://www.despertatedeunavez.blogspot.com)
Ani.
eltoquemactas@gmail.com
Hace un tiempo que este tema me estaba dando vueltas. Resulta que de todas las hormigas invasoras conocidas, la hormiga argentina, Linepithema humile (antes Iridomyrmex humilis) es, sin duda, la más exitosa y dañina, afectando en grado sumo a los ecosistemas invadidos. Parece que las pequeñuelas nacieron en la Mesopotamia y el norte de Buenos Aires, a través del comercio llegaron a Brasil, Paraguay y Uruguay, y hoy son una de las peores especies exóticas invasoras en los cinco continentes. Las primeras noticias de su difusión llegaron hacia 1890; luego fueron detectadas en Portugal, Valencia y después en Cataluña. En 1925, en Estados Unidos se informó que habían llegado vía el puerto de Nueva Orleáns y se expandían. Ahora, Estados Unidos es el país que tiene más zonas afectadas (je).
Las hormigas compatriotas están sólidamente implantadas en España, Portugal, Francia, Italia, Japón, Nueva Zelanda y Australia. Ya se ha detectado su presencia en Gran Bretaña y Alemania. Son millones de hormigueros y billones de individuos que continúan difundiéndose. "La situación es seria porque aumentará su expansión con los cambios climáticos y hasta ahora no se halló remedio a su enorme avance", explica el profesor Crisanto Gómez, autor de un estudio sobre el tema publicado por la Royal Society of London. Se indica que tienen el potencial de expandirse a zonas adonde no han llegado aún en Africa y Asia, favorecidas por los cambios climáticos, y podrían alterar la biodiversidad a nivel global.
O sea, casi como nosotros. Argentinos, buenos y malos, podemos encontrar en los cinco continentes, y si te descuidás, nos van a encontrar en ese planeta nuevo que descubrieron hace poco. Nos desparramamos como las hormigas, afectamos cada lugar que pisamos, ya nada es lo mismo luego de nuestra llegada. O los dejamos atónitos con nuestras variadas destrezas, o los volvemos locos con nuestras iniquidades casi infinitas.Pero volvamos a las hormiguitas. Una característica de la variedad argentina, que fascina a los científicos y asegura su expansión, es que en zonas lejanas ha producido cambios genéticos que alteran su conducta normal: desplazan por completo a las especies locales. En Europa se extienden sobre 6.000 kilómetros, en la costa del Mediterráneo y el Atlántico. La razón de su éxito se debería a que los hormigueros dejaron de lado sus diferencias para crear la unidad cooperativa más grande jamás descubierta. Sorprendente: la colonia europea representa la mayor unidad de organismos cooperando descubierta en la historia. Un estudio de la Universidad de Girona, estableció que su sistema de vida cooperativo no admite peleas internas, son feroces con las hormigas rivales y otras especies. Las hormigas compiten, luchan por el control del alimento y la zona. Pero en el exterior, las nuestras se agrupan en supercolonias que colaboran entre sí, se concentran en la reproducción, desplazan con una inmensa cantidad de individuos a otras especies y las hacen desaparecer. La colaboración entre las hormigas argentinas, una clave de su éxito, quedó demostrada cuando los científicos "mezclaron" hormigas argentinas del norte de Italia con otras del sur de España. Se reconocieron como hermanas. Todo un fenómeno. Que de más está decir, se reproduce entre nosotros, humanos: aquí en nuestro propio hábitat, somos incapaces de juntarnos para nada que no sea un asado, no nos ponemos de acuerdo ni siquiera cuando el agua nos llega al cuello. ¿Y si nos tomáramos el buque en patota como ellas? A lo mejor nos sienta el cambio de aire y empezamos a entender que la única manera posible está en la cooperación de todas las partes.
Ahora bien, como no hay peor astilla que la del mismo palo, un equipo de investigadores de la Universidad de Quilmes desarrolló un método de control biológico, que se basa en la selección, cría y exportación de una mosca parasitoide, la mosca decapitadora, que pone un huevo del que se desarrolla una larva que se alimenta de los órganos de la hormiga, migra hacia su cabeza y, al comerse el tejido cerebral, hace que ésta pierda la cabeza. Esto produce una reacción de terror entre las hormigas: cuando salen a buscar alimentos y ven a las moscas, entran en pánico y dejan de alimentarse, lo que las hace llevar menos alimento y así reducir la cantidad de individuos.
Una incógnita me altera ¿nosotros, humanos argentinos, no tendremos también alguna mosca parasitoide que nos come el cerebro?...
Fuentes varias: Conicet, Univ. de Quilmes, Royal Society of London, Univ. de Girona, Lausanne, San Diego.
(http://www.despertatedeunavez.blogspot.com)
Ani.
eltoquemactas@gmail.com
4 comentarios:
creo que tenemos mucho que aprender de las humildes hormiguitas!!!!.
dante
escuchaste algo de la banda de argentinos que agarraron en Espana?
leo
Las feroces hormigas argentinas son la avanzada de un proyecto secreto: dominar el mundo.
Ojalá lo de las arañas asesinas falle.
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