lunes, 9 de abril de 2007

Música



Tom Waits en Buenos Aires.
Muchos somos los que desde hace muchos años esperamos que algún productor se digne traerlo. Y muchos nos enteramos de que el sábado 7 daba una “charla abierta” (como fue denominada) por pura casualidad, porque prácticamente no se le dio trascendencia.
Pero allí fuimos, temprano, termo en mano, con intención de obtener una entrada.
A las 8.45 de la mañana, la cola medía dos cuadras. A las 9.45, casi cuatro cuadras. Si alguno de los concurrentes hubiera conocido de antemano el Alvear, cosa que dudo, hubieran sabido lo imposible de su empresa, ya que la capacidad del teatro estaba ampliamente sobrepasada desde mucho antes del horario de apertura de la boletería.
A mí, la visita de Tom Waits a Buenos Aires me dejó una reflexión: las hordas de fanáticos de cualquier artista no difieren entre sí en lo más absoluto, tanto da que sean grupetes de ninfas que duermen a las puertas del Luna para obtener su pase al paraíso de la mano de Arjona o Ricky, o damas que maduraron (y se pasaron) al son de aquél meneo pelviano de Sandro, o madres con niños a la espera del último engendro de Cris Morena, o pseudo rastafaris guitarreando en la vereda para ver a Waits. Todos están igualmente dispuestos a perder generosamente su tiempo. Todos a su momento gritarán ¡¡¡I love you!!! en trance, a la llegada del objeto de su idolatría.

Yo, que no estoy dispuesta a hacer cola para una entrada ni por casualidad, y menos a idolatrar a nadie, me fui chiflando bajito, escuchando “The earth died screaming”, a tomarme el café con leche con medialunas en Los Cabildos, pase seguro, este sí, al paraíso.

Ani
eltoquemactas@gmail.com

3 comentarios:

Norman dijo...

La idolatría no es exclusiva de los artistas. Recuerdo que algo similar ocurrió hace años cuando nos visitó Anthony Giddens en el Teatro San Martín: cola interminable y, apenas se movió diez metros, ya estaba completo. Los acomodos y el cholulismo lo habían llenado de antemano. Con Waits pasó lo mismo. El problema es la mercantilización de los sujetos: ¿que plus puede deparar su presencia que sea diferente de su obra? Ninguna, queremos ver al tipo, constatar que es tanto o más humano que nosotros.
Salutti

ani. dijo...

Exacto, el punto está en qué íbamos a hacer ahí, a escuchar hablar a alguien que interesa por su obra artística, no charlando.
Nada que no podamos inferir de sus discos.
Es humano, todos lo son, somos.
Ah, aplauso, medalla y beso para Fontova, que parece que se comió la cola como el mejor. Abucheos para el resto del cholulaje famoso que garronea siempre.

KURKURRUCHO dijo...

Ademas,ir a escuchar una conferencia de TW es como ir a ver a Roberto Carlos( o Jack Palance) hacer jueguito con la pelota...
Piedra libre al que no busco las letras para entender lo que Tomacito dice...
Es peor que el Coco hablando con la boca llena...